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La Constitución de 1978, ¿oportunidad o reliquia histórica?

El 6 de diciembre es, para muchos, un día de fiesta, un día para no ir al trabajo, otro día más del mes de diciembre o, simplemente, un día menos para las fiestas de Navidad.

Pero ese día 6 de diciembre es mucho más que todo eso, es el aniversario de la aprobación de nuestra actual Constitución, una constitución que marcó las reglas del juego de una naciente y débil democracia que tras más de 30 años parece más que oportuno abrir un debate que permita adecuar esas reglas del juego a una nueva situación social.

Es indiscutible el papel de nuestra Carta Magna en la consolidación de nuestro actual Estado social y democrático de Derecho, pero no podrán negarme que existen partes que, hoy día, no tienen razón de ser o que, sencillamente, se han mostrado erróneas.

Sea un ejemplo el Título II, el de la Corona. Al margen de ideas a favor o en contra de la monarquía, lo cierto es que tiene difícil encaje en nuestro actual sistema de valores que haya una serie de personas que, por el hecho de nacer en una determinada casa, tengan reconocido un estatus especial. Es difícil de explicar la irresponsabilidad - y no me refiero a las cacerías del Rey ni a las de sus parientes - sino a la inviolabilidad y falta de responsabilidad de Su Majestad. Es posible que pienses que, el Jefe del Estado debe de estar protegido ante una hipotética investigación judicial que, impulsada por algún pseudosindicato, pueda perjudicar a nuestras Instituciones. Cierto.

Pero, ¿qué ocurría si el Jefe del Estado atropella a una pobre madre de familia? La respuesta la tienes en nuestra Constitución: "la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad" (art. 56.3).

Ni qué decir tiene, claro, el tema de la primacía del varón sobre la mujer de cara a la sucesión a la Corona. Inexplicable. Injustificable.

Pero hay muchos otros preceptos que podrían ser revisados. La iniciativa legislativa popular, por ejemplo. Nuestra Constitución permite que los ciudadanos - "no menos de 500.000" - propongan a nuestros representantes una determinada política o cambio legislativo. Pero "hecha la ley hecha la trampa" pues nuestros representantes no están obligados ni tan siquiera a debatir en plenario la propuesta avalada con, al menos, 500.000 firmas.

Desde la aprobación de nuestra Constitución solo ha sido tomada en consideración una única iniciativa popular que se plasmó en la modificación de la Ley de Propiedad Horizontal. Triste.

Más triste aún es saber que países como Italia, con 60 millones de habitantes, exigen solo 50.000 firmas; diez veces menos firmas que España, con 47 millones de habitantes.

Nuestro modelo de distribución territorial del poder, calificado como modelo abierto o de geometría variable, ha posibilitado la configuración de 17 Comunidades Autónomas. Es, sin duda, uno de los grandes logros de nuestra Carta Magna, pues ha servido para conjugar las distintas sensibilidades y sentimientos patrios, desde los más centralistas hasta los independentistas, pasando por los federalistas.

Ahora bien, el debate independentista suscitado en los últimos meses en Cataluña revela que este modelo, aunque eficaz, resulta insuficiente y, al margen del desvío de atención que ha causado - respecto de las políticas de ajuste impulsadas en la Generalitat - lo cierto es que ese sentimiento nacionalista existe. Taparse los oídos y mirar a otra parte sería de locos; ignorar el problema no es la solución.

Es hora de recoger el guante y acometer las reformas constitucionales sin tapujos ni complejos. Es muy grande lo que el actual texto constitucional ha conseguido, pero son también muchas y muy grandes las demandas ciudadanas que no encuentran respuesta en su actual redacción.

Avanzar hacia un modelo federalista que respete sensibilidades históricas de todo tipo, mejorar el sistema de participación ciudadana en la aprobación de las leyes, crear un auténtico modelo igualitario en el que TODOS tengamos los mismos derechos o consagrar una clausula de salvaguarda de nuestro Estado del Bienestar son, sin duda, asignaturas pendientes.

Hagamos que el día 6 de diciembre no sea el aniversario de la aprobación de una Constitución en 1978, sino la fecha en la que comenzó un debate de reforma constitucional que nos permita salir de la actual crisis social y política en que nos encontramos.

Florentino Rincón Izquierdo

Licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y de la Administración.

Socio fundador de Asociación de Jóvenes Letrados

 

 

 

 

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